domingo, 20 de marzo de 2016

Sentimos vergÜEnza.

Nos da vergüenza: con su terrible "solución final" para con las personas que buscan refugio huyendo de la guerra, Europa ha perdido el último resto de la dignidad de la que presume.
Si alguna vez quiso presentarse como el proyecto ilusionante de una comunidad de gentes comprometidas con la protección de los Derechos Humanos, Europa ha ido quitándose poco a poco la careta y ahora ya nadie puede dudar de lo que realmente es: un club de oligarcas, que viven de las guerras y la expoliación de otros países, y que dan una patada a los desposeídos que vienen huyendo de esa desigualdad, de la guerra y el hambre que los dueños del mundo provocan.
Estos últimos meses hemos visto una Europa que eleva sus muros y alambradas; que lanza su policía y sus gases lacrimógenos contra niños, ancianos, enfermos y todo tipo de personas que solo buscan sobrevivir; que construye auténticos campos de concentración de personas mientras innominiosamente se piensa si darles la acogida a la que tienen derecho según las leyes internacionales; que expropia a los inmigrantes todos sus bienes; que contempla impasible cómo duermen sobre el barro niños que han recorrido miles de quilómetros sin nada entre sus manos, y a los que solo asisten las organizaciones no-gubernamentales; que ahoga, al menos por omisión, a miles de personas en las aguas del Mediterráneo; y que llega ahora a un pacto con Turquía para, a cambio de dinero (para ese país en que faltan algunos derechos tan elementales como la libertad de prensa), mantener alejadas de nuestras fronteras a las personas que buscan refugio.
Los dirigentes políticos nos intentan hacer creer que aceptarlos es imposible, cuando sabemos que es completamente falso: países mucho más pobres que los europeos, han acogido a muchos más refugiados.
¿Quién puede identificarse con esta Europa? ¿Quién puede evitar acordarse de los campos de exterminio de los que Europa fue capaz hace tan poco tiempo, y a los que cada vez se acerca más deprisa? Nos da vergÜEnza: Sentimos vergÜEnza de ser ciudadanos de Estados que han decidido abandonar a su suerte a los desposeídos por las guerras de las que nos alimentamos; nos avergÜEnza ser parte de una Europa que ha optado descaradamente por vender los derechos y perder su último resto de dignidad.

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